¡Marrón no es un color!
“¡Marrón no es un color!”, objetó el profesor Joe Silk a su estudiante Jill C. Tarter, cuando ella le propuso aquel peculiar término de enana marrón en la biblioteca del quinto piso del Campbell Hall de la Universidad de California en Berkeley (EEUU). Tarter intentaba responder a la pregunta que Silk le había planteado: ¿podía la masa perdida en el Cúmulo de Coma ser explicada por la existencia de muchas estrellas demasiado pequeñas para quemar el hidrógeno y, por tanto, demasiado débiles para ser observadas? Al final, Tarter se doctoró en 1975 con una tesis cuyo cuarto capítulo se titulaba
María Carmen del
Puerto Varela
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