¡Marrón no es un color!

Viñeta cómica facilitada por Jill C. Tarter, astrónoma que propuso el peculiar término de "enana marrón"

“¡Marrón no es un color!”, objetó el profesor Joe Silk a su estudiante Jill C. Tarter, cuando ella le propuso aquel peculiar término de enana marrón en la biblioteca del quinto piso del Campbell Hall de la Universidad de California en Berkeley (EEUU). Tarter intentaba responder a la pregunta que Silk le había planteado: ¿podía la masa perdida en el Cúmulo de Coma ser explicada por la existencia de muchas estrellas demasiado pequeñas para quemar el hidrógeno y, por tanto, demasiado débiles para ser observadas? Al final, Tarter se doctoró en 1975 con una tesis cuyo cuarto capítulo se titulaba “Las estrellas enanas marrones y su envejecimiento” (Brown Dwarf Stars and How They Grew Old), lo que supuso el primer uso escrito del término brown dwarf, que traducido literalmente adaptamos como enana marrón. Y es que era obvio que se necesitaba un nuevo color para describir estas enanas que se situaban entre el rojo y el negro.

“Quería evitar usar el término estrella -me explicaba Tarter en una carta-, dado que eso implicaba una configuración estable de fusión del hidrógeno. Pensando en dónde podían encajar estos objetos en un diagrama H-R, creímos que sería algún lugar entre el dominio de las enanas rojas y las negras. Yo sugerí que marrón estaba entre el rojo y el negro y que justo encajaba. Más tarde, me di cuenta de que marrón no era en verdad un color, pero que resultaba realmente apropiado puesto que nuestro conocimiento de las opacidades para tales atmósferas de baja temperatura era demasiado impreciso (y aún hoy podría serlo) como para ser capaz de producir un espectro y predecir un color para cada uno de ellos en la escala”. Y añadía: “Como era una estudiante egocéntrica, ignorante de la reverencia apropiada a la nomenclatura que se había publicado previamente, utilicé enana marrón en mi tesis y continué haciéndolo cuando empecé mi carrera profesional”.

Tarter, que después dirigió el Proyecto Phoenix en el Instituto SETI, usó el término en la solicitud de una beca posdoctoral en el Centro de Investigación Ames, para trabajar en el proyecto espacial SIRTF, de la NASA, lo que contribuiría a la implantación definitiva de las enanas marrones “para gran consternación -subrayaba Tarter- de los que propusieron los términos publicados previamente”, es decir, enanas negras, enanas rojas, estrellas liliputienses, estrellas infrarrojas o superjúpiters. (En México, las llaman enanas café, y en Brasil, enanas mulatinhas).

TEIDE 1: SER O NO SER

No es un dilema clásico. Ya no es ni siquiera un dilema, sobre todo desde que sus descubridores -investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC)- lo sometieron a “la prueba del litio” con el Telescopio Keck de Hawái (EEUU). Su masa es 55 veces la de Júpiter. Su edad, entre 70 y 120 millones de años. Su temperatura, de 2.600K, y su débil luminosidad, 1.500 veces inferior a la del Sol, hacen que se litio no se haya destruido. Es, además, un astro de difícil detección en el rango visible del espectro. Es el perfil de Teide 1, perteneciente a una categoría de objetos que, al igual que los enigmáticos agujeros negros, han dejado de formularse como hipótesis científicas. Ni lo bastante grandes para ser estrellas, ni lo bastante fríos para tratarse de planetas. Posiblemente, el “eslabón perdido” en la evolución estelar y, quién sabe, si la masa que falta en nuestra galaxia y en el Universo. Incógnitas sobre la materia oscura que sólo los grandes telescopios del futuro podrán despejar.

Teide 1 es la primera enana marrón reconocida como tal, según la revista Nature, en su número del 14 de septiembre de 1995 [HACE 25 AÑOS]. Es un objeto que, con su nombre, rinde homenaje al Observatorio del Teide, en Tenerife, desde donde fue descubierto por primera vez con el telescopio español IAC-80 (el 1 que se añade a Teide indica que se trata del primero de una serie, dejando abierta la puerta a posibles Teide 2, Teide 3… y a que Canarias se convierta en el yacimiento por excelencia de las enanas marrones). Es igualmente una merecida recompensa para los astrofísicos que descubrieron esta primera enana marrón: Rafael Rebolo López [ACTUAL DIRECTOR DEL IAC], el responsable español del Experimento de Tenerife, con el que se localizaban en 1994 los primeros cosmosomas del Universo, resultados que el satélite COBE confirmaría posteriormente; María Rosa Zapatero Osorio, cuya tesis doctoral sobre la búsqueda de enanas marrones en las Pléyades, donde se encuentra Teide 1, serivirá de referencia obligada en el campo de la evolución estelar; y Eduardo Martín Guerrero de Escalante, con una tesis relacionada con “la prueba del litio” para enanas marrones y un experto en la resucitada búsqueda de planetas.

Teide 1 fue uno de los eventos astronómicos vinculados con el IAC con mayor repercusión internacional tanto en la comunidad científica como en los medios de comunicación, llegando a igualar, incluso, a lo que en su día supuso el mejor candidato a agujero negro o los resultados sobre la radiación del Fondo Cósmico de Microondas con el Experimento de Tenerife. También fue, por tanto, uno de los mejores regalos científicos que se le podían hacer al IAC por su décimo cumpleaños: en 1995 se festejaba el X Aniversario de la Inauguración Oficial de este Instituto y sus Observatorios, con motivo del cual se organizó un “Gran Apagón” en las Islas Canarias. Asimismo, hubo otros eventos que se celebraron ese año, como el lanzamiento con éxito de los satélites ISO y SOHO, que llevan instrumentación del IAC a bordo.

Pero, puestos a elegir el acontecimiento astronómico de 1995, muchos se quedarían con ese menudo objeto subestelar de un color que no es tal realmente. Descubrimientos de este tipo son los que, al convertirse en noticia, tienden a colapsar los servicios de información de cualquier centro de investigación. De modo que para describir su extraña naturaleza a la vez que su tremendo impacto periodístico, valga la expresión coloquial, no malintencionada, con que finaliza este comentario, Teide 1, ¡menudo marrón!

Referencias:

TARTER, JILL C. “An historical perspective: brown is not a color”, en KAFATOS, Minas C., HARRINGTON, Robert S., y MARAN, Stephen P. (editores). Astrophysics of Brown Dwarfs. Comunicaciones presentadas en el Workshop del mismo título celebrado en la Universidad George Mason de Fairfax (Virginia, EEUU), del 14 al 15 de 1985. Cambridge University Press. Cambridge, 1986.

REBOLO, R., ZAPATERO OSORIO, M.R., y MARTÍN, E.L., “Discovery of a brown dwarf in the Pleiades star cluster”, en Nature, Vol. 377, Págs. 129-131, 14 de septiembre de 1995.

Más información:

Nora de prensa: "25 aniversario del descubrimiento de la primera enana marrón"