Sinopsis:
Francis Davies es un brillante matemático que malvive en una realidad distópica próxima. Casi alcohólico y arruinado, acepta un extravagante encargo: robar el famoso e indescifrable Manuscrito Voynich de la Biblioteca de Libros Raros de la Universidad de Yale. Pero las cosas no salen como él espera. Envuelto en un crimen, tiene que plegarse al chantaje de sus misteriosos mecenas, que además del robo le exigen su traducción. Francis comienza entonces una larga investigación a la que se unen, con distintos intereses, sus antiguos compañeros de estudios en el MIT. Poco a poco van resolviendo los enigmas que contiene, adentrándose en la historia oculta del extraño volumen. El principal de ellos, su autoría, les depara una inesperada sorpresa: dos geniales astrónomos del Renacimiento —Tycho Brahe y Johannes Kepler— cifraron sus secretos en el manuscrito. ¿Por qué? ¿Qué escondieron allí? ¿Qué interés tiene para sus poderosos y anónimos padrinos el viejo contenido?
Comentarios:
El Palacio de Urania es la tercera y última novela de la personal trilogía acerca del famoso e indescifrable Manuscrito Voynich y la Astronomía. Aunque comparte con las anteriores esta doble temática, es independiente de las mismas en cuanto a personajes, tiempo y lugares.
Extracto de El Palacio de Urania (págs. 103-105)
-He intentado volver a entrar en contacto con Ray hace un rato, pero dos no hablan si uno no quiere. Y por lo visto hoy no quiere. Lo habitual. Tengo de nuevo delante de mí su archivo descifrado, con un montón de páginas todavía por leer. Unos párrafos, que hasta ahora me habían pasado desapercibidos, llaman mi atención. Hablan sobre los pliegos perdidos del manuscrito.
«Se sabe que un pliego completo de dieciséis páginas se perdió en el siglo XVII, cuando el primer propietario del volumen, el alquimista Georg Baresch, envió una muestra al sabio jesuita Athanasius Kircher a Roma, en un primer intento de traducción. Sigue sin encontrarse hoy en día. No hay registros en los archivos de la Sociedad de Jesús acerca de qué pudo haber hecho Kircher con él. Ni siquiera lo menciona. El segundo pliego desapareció en fechas mucho más recientes, y todo apunta a un peculiar ladrón de guante blanco, el estadounidense Edward Forbes Smiley…»
«¿Café o vino?» Miro el reloj. Ray podría conectarse. Café. Cargado y, por su-puesto, bautizado. Tengo una pequeña petaca para estas emergencias.
«Smiley era un prestigioso coleccionista y vendedor de mapas antiguos que vivía muy por encima de sus posibilidades económicas reales. Cuando se vio en la ruina, no tuvo mejor ocurrencia que robarlos. Al fin y al cabo, era un visitante habitual de los mejores museos y bibliotecas de todo el mundo. Su captura fue casual. En el año 2005, justo después de ocultar bajo su chaqueta un valioso mapa precisamente en la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale, olvidó el cúter con el que había cortado las páginas sustraídas. Este fue a parar a las manos de un celoso vigilante. Fue detenido y posteriormente acusado, confesando en el juicio haber sustraído casi cien mapas antiguos. Pasó casi cuatro años en una cómoda prisión. A pesar de su confesión y de su colaboración con la justicia para recuperar muchos de ellos, siempre se sospechó que el número de mapas y manuscrito robados por este personaje había sido mucho mayor. Hasta seis famosas bibliotecas denunciaron desapariciones de valiosos ejemplares antiguos. La Beinecke fue solo una de ellas…»
Interesante. La petaca ya está vacía y no he terminado. Café solo.
«El día de su detención coincide con la fecha de desaparición del llamado ‘pliego blanco’ del “Manuscrito Voynich”. Una gran lámina doblada en ocho partes para formar dieciséis páginas, y que se cree podría haber contenido un mapa similar al que albergan las páginas siguientes a la numerada como ‘156’. Esta lámina es la única que tiene una compleja ilustración llamada, precisamente, ‘el mapa’. El por qué Smiley habría robado un pliego aparentemente vacío es un misterio.»
Me vuelco en el facsímil. En efecto, el aspecto del enorme pliego reproducido en las páginas citadas es extrañísimo. Ciertamente, parece un mapa. Pero un mapa, «¿de qué?». ¿De la Tierra Media, de la Atlántida? ¿Camelot, Disney World? ¿La Casa Blanca, La Ciudad Prohibida, Guantánamo? Hay algo familiar para mí en este mapa. Más café. De nuevo, sin cristianar. Pecaré. Vuelvo a Tycho otra vez. Sumergido en la red profunda, buceo en las últimas entradas de la renacida Wikipedia sobre él. Cuando Tycho toma posesión de la isla de Ven, construye primero el castillo de Uraniborg, en homenaje a Urania, la musa de la astronomía. Es el «Palacio de Urania». Durante un tiempo se consideró a Uraniborg una fantasía, porque el singular castillo-observatorio desapareció por completo, al igual que sus famosos y enormes instrumentos. Un siglo después se excavó el terreno y se halló una pequeña parte de sus cimientos. Nada más. El palacio de Urania había sido completamente saqueado y arrasado por los habitantes de Ven que terminaron odiando a Tycho a la marcha de este y, desde luego, no estaban por la labor de seguir mirando al cielo gratis como tristes becarios. Pero existen grabados de la época, y decenas de crónicas, relatos y, por supuesto, diarios de observaciones que nos hablan de él. Construido sin reparar en gastos, con gran lujo y elegancia, por Uraniborg pasaron los personajes más importantes de la nobleza europea de aquella época y, por supuesto, cualquiera que tuviera algo que aprender o que enseñar.
Pero no es Uraniborg lo que busco. Aunque queda cerca. Después de levantar Uraniborg, Tycho mandó construir el observatorio Stjerneborg —el «Castillo de las Estrellas»— al percatarse de que el emplazamiento del observatorio principal de Uraniborg no era lo bastante estable para sus instrumentos de precisión. Tycho colocó la mayor parte de estos en subterráneos, unidos por pequeños túneles semienterrados. Y la mayor parte de sus planos se han perdido. Busco información actualizada tanto de Uraniborg como del observatorio llamado Stjerneborg. No hay casi nada. Sobre la supuesta ubicación del segundo, una moderna institución científica sueca ha levantado un centro de visitantes con cúpulas de plástico y aluminio que quieren recordarnos lo que fue o pudo ser en tiempos de Tycho Brahe.
Enrique Joven (Zaragoza, 1964) es doctor en Ciencias Físicas y trabaja como ingeniero sénior en el Instituto de Astrofísica de Canarias desde 1991. Autor de ficción: El libro horrible (Difácil Editores, 2002), El Castillo de las Estrellas (Roca Editorial, 2007), El Templo del Cielo (Roca Editorial, 2013) y ensayo, como Dalton: La Teoría Atómica (RBA, 2012). Además, divulgación: Un Programa Estelar (TVE, 2003), colaboración en prensa local y nacional como Crónicas de Astromanía (El País digital) y otras varias en revistas especializadas. En conjunto sus libros han sido traducidos a una decena de idiomas, entre los que destaca The Book of God and Physics (Harper Collins, 2009).
Ficha Bibliográfica:
El Palacio de Urania
Autor: Enrique Joven
Editorial: Círculo Rojo
Noviembre, 2019, 1ª edición. ISBN; 978-84-1338-369-9
308 págs.