Hay quien sostiene que, cuando el director del Observatorio de la Universidad de Harvard, Edward Pickering, seleccionó a un equipo de mujeres para analizar placas fotográficas del cielo nocturno, quizás estuviera más motivado por sacar el máximo rendimiento a su presupuesto que por ofrecer a sus empleadas un trabajo acorde con su valía.
Antes de que se inventasen los ordenadores, los datos que se obtenían de las observaciones del cielo nocturno se analizaban manualmente. Las personas que realizaban esos cálculos eran conocidas como “computadoras”. Si por el contrario se dedicaban solamente a observar, se les llamaba “observadoras”, y si su tarea era anotar los datos recogidos, “registradoras”.
Entre 1877 y 1918, Edward Pickering contrató a varias decenas de mujeres. La persona que le recomendó hacerlo fue Maria Mitchell, la primera profesora estadounidense de Astronomía y, posteriormente, directora del Vassar Colllegue, donde formaba a mujeres para que se dedicasen a este campo como profesionales. Ella le sugirió a Pickering contratar mujeres porque las consideraba más hábiles realizando trabajos tediosos y que requerían gran paciencia. Aunque Mitchell siempre luchó por equiparar los salarios femeninos y masculinos, Pickering podía contratar a dos científicas por el mismo precio que tendría que pagar a un investigador. Las “Computadoras de Harvard” trabajaban días completos, seis días a la semana y cobraban entre 25 y 50 centavos la hora.
Los resultados obtenidos por estas mujeres supusieron numerosos avances y beneficios para la Astronomía aunque no siempre se reconoció y premió debidamente el trabajo de las cerca de 80 investigadoras que pasaron por el Observatorio en esa época.
Descubrimientos con nombre de mujer
Williamina Fleming fue la primera de estas famosas “Computadoras de Harvard”. Embarazada y tras ser abandonada por su marido, comenzó a trabajar para Pickering como empleada del hogar. El director del Observatorio estaba muy disgustado con el trabajo de su ayudante masculino y terminó sustituyéndolo por Fleming, que descubrió la Nebulosa de la Cabeza del Caballo y elaboró el primer Catálogo Draper de espectros estelares clasificando 10.351 estrellas en 17 categorías gracias al sistema que lleva su nombre. También fue la primera en proponer la utilización de letras para la clasificación estelar de acuerdo a la cantidad de hidrógeno observada en los espectros.
Algunas de las mujeres que trabajaban en el Observatorio eran especialistas en Física y Astronomía, como es el caso de Annie Cannon. Ella creó el sistema de clasificación estelar que aún hoy se utiliza y que se vale de 7 letras (O, B, A, F, G, K, M) para organizar las estrellas de las más calientes a las más frías, correspondiendo O a las gigantes azules y M a las enanas rojas.
Henrietta Leavitt, tras formarse en el Radcliff College, entró a trabajar en el Observatorio como voluntaria en 1895, pero no fue contratada hasta siete años después para comparar estrellas variables. Superponía una placa fotográfica sobre otra para detectar la variación del brillo de las estrellas. De esta manera encontró aproximadamente 2.400 estrellas variables y descubrió el patrón variable de las Cefeidas gracias al que se pudieron calcular muchas distancias relativas y absolutas entre estrellas. Su candidatura para el Premio Nobel llegó cuatro años tarde: había fallecido a causa de un cáncer en 1921.
Margaret Harwood también estudió en Radcliffe y, más adelante, en la Universidad de California-Berkeley. Se convirtió en una de las “Computadoras de Harvard” y ocupó el puesto de directora del Observatorio Maria Mitchell en Nantucket, Massachusetts. Su carrera se vio obstaculizada cuando en 1917 descubrió un asteroide que, cuatro días después, fue avistado por el también astrónomo George H. Peters. A pesar de no corresponderle, fue a Peter a quien se le atribuyó el logro.
Cecilia Payne-Gaposchkin fue la primera en aplicar las leyes de la Física atómica en el estudio de la densidad de los cuerpos estelares y concluyó que el hidrógeno y el helio son los dos elementos más comunes del Universo. Su tesis fue considerada durante mucho tiempo la más brillante en Astronomía. En 1956 se convirtió en la primera mujer en alcanzar el puesto de profesora asociada en Harvard y, posteriormente, la primera en dirigir un departamento.
Florence Cushman, trabajó en el Observatorio de Harvard durante cerca de 50 años, entre 1888 y 1937. Colaboró con Annie Cannon en el cuidadoso proceso de observación y clasificación de estrellas para el catálogo Henry Draper entre 1918 y 1934.
Antonia Maury mejoró el sistema de clasificación de Annie Cannon y su trabajo es considerado un elemento integral en el desarrollo de la Astrofísica teórica. Colaboró con Pickering identificando estrellas binarias. Tras un tiempo realizando tareas rutinarias, dejó el Observatorio y se dedicó a la enseñanza. En 1935 se convirtió en conservadora del Observatorio y Museo Draper en Hastings-on-Hudson.
Evelyn Leland fue una astrónoma americana que trabajó en el Harvard College Observatory con Edward Pickering entre 1889 y 1925. Allí estudió espectros estelares, descubrió estrellas variables y realizó publicaciones junto con otras personas del Observatorio.
Mary H. Vann, Alta Carpenter, Dorothy Black, Marion Whyte, Grace Brooks, Johanna Mackie, Arville D. Walker, Edith F. Gill, Mabel A. Gill, Lillian L. Hodgdon, Ida E. Woods, Agnes M. Hoovens, Mary B. Howe, Harvia H. Wilson y Margaret Walton son sólo una pequeña parte de esas científicas que reclamaron el lugar de las mujeres en la Astronomía. Un camino que doscientos años después continúa lleno de obstáculos.
Este artículo se ha escrito en el marco del proyecto “El regreso de Henrietta Leavitt. De la escuela a la carrera investigadora pasando por el teatro”, una iniciativa del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.