No hay arte como el cinematográfico, capaz de crear nuevos mundos alternativos, sólo limitado por la imaginación de sus creadores. Pero, tal como dijo Pablo Picasso, «el arte es la mentira que nos hace comprender la verdad». La intención de esta sección es llamar la atención sobre aquellos momentos en que una buena recreación de la realidad nos provee, de manera inadvertida, de un mayor conocimiento científico.
En las últimas décadas, científicos e ingenieros han estudiado el problema de poder recrear literalmente una nueva Tierra. Existe en el idioma inglés una palabra, que podríamos traducir por “terraformar”, el acto de transformar la superficie de otro planeta en un medio habitable por humanos, creando una biosfera similar a la terrestre.
Es importante comprender que no se trata de una tarea trivial. Los astrónomos lo sabemos muy bien. El Sistema Solar está bien ubicado en la galaxia, no muy cerca del centro galáctico, donde el medio es más hostil para la vida por una mayor actividad energética, pero no muy lejos, donde habría una escasez de los elementos más pesados que sirven para construir los sistemas biológicos. La estrella que llamamos Sol tiene el tamaño correcto y brillo ideal para dar cobijo a la vida. La Tierra orbita en la llamada zona habitable, necesaria para albergar agua en estado líquido. El planeta Júpiter atrae asteroides y cometas, sirviendo como un escudo contra colisiones que provocarían periódicas extinciones masivas. La tectónica de placas causa una geografía activa, y el campo magnético nos cobija de las partículas de altas energías que nos bombardean desde el espacio. Vemos entonces que no es fácil poder recrear una nueva Tierra. El cine nos da ejemplos de métodos y consecuencias de esta acción, aunque en casi todas las películas se trata solamente el efecto de cambiar la atmósfera planetaria, dejando sin resolver muchas de las otras características enunciadas que hacen a un planeta habitable y la Tierra, un mundo muy particular.
Pero veamos algunos ejemplos. Para el caso de planetas en general, podemos elegir Aliens. El regreso (Aliens, 1986). El motor de la trama es el rescate de una colonia de ingenieros planetarios, que han tenido la desafortunada idea de establecerse en un planeta (como bien sabemos) extremadamente peligroso dada su población autóctona. Allí, de una manera casi realista, se nos muestran gigantescas fábricas que procesan la atmósfera del planeta para transformarlo en habitable, en un proceso que naturalmente lleva décadas. Razonable, pero seguramente muy caro e ineficiente.
¿Qué sucede con un caso más fácil de trabajar, nuestro vecino el planeta Marte? El comienzo de Planeta Rojo (Red Planet, 2000) explica que en el año 2057 la Tierra comienza a convertirse en un planeta en extinción. Al intentar evitar el fin de la civilización se inicia la terraformación de Marte. En principio, el plan que presenta la película es realista. Primero, armas nucleares de baja potencia son detonadas sobre el polo norte de Marte, liberando dióxido de carbono. Luego se envían sondas algas al planeta, para que transformen el dióxido de carbono en oxígeno. En este caso, la presión atmosférica podría incrementarse hasta llegar a cerca de la mitad de la existente a nivel de la superficie terrestre, creando al mismo tiempo un efecto invernadero que serviría para calentar la superficie del planeta. Si la temperatura se incrementara lo suficiente, ésta podría exceder el punto de congelación del agua, derritiendo entonces la que se encuentra congelada en la superficie marciana (dejamos por supuesto el resto de los detalles técnicos para ser resueltos por los lectores).
Concluimos con algo muy familiar. El primer caso de lo que los ingenieros llamarían prueba de concepto nos tiene como protagonistas. Es lo que conocemos como cambio climático, que implica entre otros factores el calentamiento global de la Tierra. Una vuelta de tuerca de este tema se presenta en Han llegado (The Arrival, 1996). Extraterrestres huyendo de la extinción de su mundo desde la estrella Wolf-336 a una distancia de 14 años luz, inducen que la atmósfera del planeta se vuelva cada vez más caliente e inhabitable, creando instalaciones especiales en países del tercer mundo. Enfrentado con el protagonista, su jefe, un astrónomo paranoico (¡pero que no refleja nuestra profesión!), un extraterrestre encubierto, afirma que «nosotros estamos acabando lo que ustedes empezaron». Así pues, el deshielo de los casquetes polares, el cambio climático y el traslado de industrias altamente contaminantes a los países más pobres tiene una explicación lógica y escalofriante. Sabemos en realidad que el desarrollo incontrolado de las industrias que generan polución atmosférica, el derroche de energía y la emisión de dióxido de carbono generada por la actividad humana son los principales responsables de este problema. Pero acaso es un pensamiento consolador pensar que ese comportamiento irracional proviene del exterior.
(Publicado originalmente en IAC NOTICIAS, N. 2-2002. pág. 74)
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Esta serie de artículos rinde homenaje a nuestro compañero Héctor Castañeda, fallecido recientemente. "LA REALIDAD DE LA FICCIÓN" fue una sección fija en la revista IAC Noticias, de 2001 a 2006, en la que el investigador analizaba películas y explicaba sus errores y aciertos.