LA RADIACIÓN DEL FONDO CÓSMICO: "Blanca sustancia dieléctrica"
En 1964, los ingenieros estadounidenses Arno Penzias y Robert Wilson, de los Laboratorios Bell en New Yersey, estaban adaptando una antena de radio para la recepción de señales de los primeros satélites de comunicaciones, cuando registraron un “ruido” inesperado. Sus primeras sospechas recayeron en un par de palomas que habían anidado en el hueco de la antena. Pero, tras limpiar lo que llamaron “blanca sustancia dieléctrica”, refiriéndose a los excrementos de las aves, y eliminar todas las posibles causas terrestres, observaron que el ruido se mantenía. Como averiguaron más tarde, tras ponerse en contacto con un grupo de astrofísicos de Princeton, Penzias y Wilson habían descubierto el eco del Big Bang, una radiación que procedía del fondo cósmico y que inundaba la Tierra en cualquier dirección.
La detección de esta radiación del fondo cósmico se puede incluir, por tanto, en la categoría de serendipia, es decir, entre los muchos descubrimientos científicos e innovaciones técnicas que fueron cuestión de suerte, o al menos en parte. No obstante, el descubrimiento en sí no fue por accidente, ya que el experimento se había diseñado precisamente para detectar bajos niveles de ruido y, dada la sensibilidad de la antena, era inevitable la detección.
El químico estadounidense Royston M. Roberts, autor del libro Serendipia. Descubrimientos accidentales en la ciencia, cuenta que cuando los grupos de Princeton y Bell intercambiaron información concluyeron que el ruido detectado por la antena de radio de la Bell tenía justo la energía esperada para la radiación remanente del Big Bang: “O bien estamos viendo el nacimiento del Universo o (como dice una expresión corriente entre los astrofísicos) ¡estamos viendo un montón de... de paloma!”, comenta que dijeron. Y añade, no sin ironía: “Aparentemente las autoridades del Premio Nobel aceptaron la versión más científica de esta conclusión, pues Penzias y Wilson fueron galardonados con el Premio Nobel de Física en 1978.”
Hoy, el IAC estudia la física del Universo Temprano y de las ondas gravitacionales primordiales mediante mediciones del Fondo Cósmico de Microondas. En este contexto, se participa en varios proyectos clave en la frontera del campo: la misión Planck de la ESA, el experimento QUIJOTE-CMB, los experimentos GroundBird y LSPE-STRIP, y el espectrómetro de microondas Tenerife (TMS).
Entrevista con Robert Wilson en la revista Paralajes (págs. 26-29)
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