Las Leónidas 1998

Fecha de publicación

Por MARK KIDGER Instituto de Astrofísica de Canarias

¿Cuándo?

El máximo está previsto para la noche del 17 al 18 de noviembre (martes a miércoles). Se estima que tendrá lugar sobre las 19:30TU (las 20:30 en la Península Ibérica).

¿Cuánto dura?

Unas pocas horas. Se podrán ver algunos meteoros durante varias noches, pero la actividad importante tiene muy poca duración.

¿Veremos la lluvia desde España?

Sí, pero en malas condiciones. A menos que el máximo de la lluvia se retrase mucho, no va a verse desde Europa. Para ver el máximo es preciso ir al Lejano Oriente (China, Japón, Mongolia, Siberia, etc.). Muchos astrónomos se han desplazado a esos países para ver mejor la lluvia. En España sólo veremos el declive de la actividad, puesto que la lluvia no saldrá hasta después de la medianoche. Es posible que aún veamos una gran cantidad de meteoros, pero no es nada seguro.

¿Cuándo y adónde hay que mirar?

La lluvia viene de la constelación de Leo, el León. Esta constelación puede localizarse siguiendo las estrellas punteras de la Osa Mayor (las que apuntan a la Estrella Polar) en dirección contraria. Sin embargo, no es necesario localizar la constelación para ver la lluvia, sólo hay que dirigir la mirada hacia el este, a media altura sobre el horizonte.

Normalmente, la lluvia puede verse mejor justo antes del amanecer. Sin embargo, en esta ocasión probablemente es mejor observarla cuando ya esté empezando a alcanzar una altura razonable sobre el horizonte, entre la una y las tres de la madrugada. A finales de la noche, la lluvia probablemente habrá terminado.

¿Cómo hay que mirar?

Hay que mirar desde un punto oscuro, con un horizonte despejado hacia el este. La lluvia no se verá mucho desde las ciudades. Es mejor observar a simple vista, sin prismáticos ni telescopio; la vista debe abarcar el mayor campo posible. Es conveniente acostumbrar bien la vista a la oscuridad y no dejarse deslumbrar por luces brillantes (linternas, farolas, faros de coches, etc.). Cuanto más oscuro y mejor adaptada esté la vista a la oscuridad, más y mejor se verá.

¿Se verá mucho?

No lo sabemos. Es probable que veamos una cantidad de meteoros similar a la de la lluvia de las Perseidas (las "lagrimas de San Lorenzo"), que se produce cada mes de agosto. Con un poco de suerte, quizá podamos ver desde España el doble de la actividad de las Perseidas.

Se espera que, vista desde el Lejano Oriente, la lluvia sea bastante espectacular, probablemente la mejor desde 1966 y, tal vez, una de las mejores del siglo.

¿Esta lluvia aparece cada año?

Sí, pero normalmente casi no se nota. Sólo cada 33 años se hace importante. Se repetirá durante los próximos 2 ó 3 años. En 1999 es probable que la veamos muy bien desde España.

A partir de 1999, probablemente tendremos que esperar hasta el año 2098 ó, tal vez, al 2131 para volver a verla. El planeta Júpiter cambiará la órbita del cometa Tempel-Tuttle en el año 2029, porque el cometa pasará cerca del planeta en su próxima aproximación al Sol. Esta "carambola cósmica" alejará la lluvia de la Tierra hasta que un nuevo encuentro con Júpiter, a finales del próximo siglo, vuelva a acercarlo.

¿Cómo se produce la lluvia?

La lluvia está compuesta por los desechos del cometa Tempel-Tuttle, un cometa pequeño, que pasó por última vez en febrero y marzo de este año. Cada vez que pasa cerca del Sol se desprende material del cometa, formando su cola. La lluvia se produce cuando la Tierra atraviesa esta zona de restos cometarios.

La Tierra se va a encontrar con ese material casi de frente, con lo que entrará en la atmósfera a gran velocidad (71 kilómetros por segundo). El meteoro, o estrella fugaz, que vemos entonces es el brillo producido por el roce con la atmósfera del material cometario, que se consume provocando que la atmósfera en su trayecto se haga luminosa, como un tubo fluorescente.

¿La lluvia constituye algún peligro para la Tierra o para los satélites?

Para la Tierra, categóricamente no. Un meteoro lo suficientemente grande para verse a simple vista es tan pequeño que no podríamos verlo sin una lupa si lo tuviéramos en la mano. Una Leónida brillante pesa sólo la decimoquinta parte de un gramo. Los meteoros se queman en la atmósfera por encima de los 50 kilómetros de altura.

Para los satélites sí existe un cierto peligro, ya que no están protegidos por la atmósfera terrestre. Si una Leónida, incluso del tamaño de un grano de arena, choca con un satélite a 71 km/segundo, puede hacerle mucho daño. Es posible que algún satélite pudiera resultar dañado si la lluvia fuese muy intensa. Sin embargo, el 8 de octubre se produjo una lluvia tan intensa como creemos que van a ser las Leónidas sin que ningún satélite se viera afectado. La NASA está tomando precauciones, girando algunos satélites importantes, como el Telescopio Espacial Hubble, de modo que sus lados más protegidos sean los que queden apuntando hacia la lluvia. Eso se justifica porque, aunque la probabilidad de un impacto es muy pequeña, no quieren correr el más mínimo riesgo con unos instrumentos tan costosos.

Para que la lluvia afecte a las comunicaciones (como se especula en algunos medios) tendría que ser entre 20 y 50 veces más intensa de lo previsto.

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