Por Mónica G. Salomone
Es una 'cumbre' de la comunicación de la ciencia en España. A un lado, los responsables de los veinte centros donde se hace la mejor ciencia del país; al otro, periodistas y divulgadores de los principales medios de comunicación de España y más allá. Es una novedad. Es la primera vez que la ciencia española compite en equipo por ganarse un hueco en el espacio mental colectivo, y actúa en consecuencia. La ciencia quiere salir, ser vista y querida por el resto de la sociedad, y para ello ha decidido desfilar, con sus mejores galas, ante quienes pueden contarla. ¿Logrará la ciencia española seducir a los comunicadores?
El congreso comienza con el término usado por Kenneth Chang, director de la sección de ciencia de The New York Times, para explicar por qué los científicos deberían, en realidad, tenerlo muy fácil: asombro. No es verdad que a la gente no le interese la ciencia. Al público le maravilla la ciencia: las noticias sobre Marte y Plutón colapsan las webs de los mejores diarios, y partículas tan ajenas a la realidad cotidiana como los neutrinos o el bosón de Higgs demuestran una y otra vez su capacidad para convertirse en hitos mediáticos.
Así que empieza el desfile. Los astrofísicos y físicos fundamentales nos hablan de lo muy lejano, lo desconocido, lo que ni siquiera imaginamos, los ingredientes más fundamentales de que estamos hechos, la realidad oculta.
Rafael Rebolo (IAC) fundamentalmente busca: con algunos de los mejores telescopios del mundo, con experimentos de enorme sensibilidad, busca planetas, busca entender cómo funcionan estrellas y galaxias, busca la huella que dejó el mismísimo big bang en el espacio tiempo. Y asoma la cabeza, ya tan temprano en este encuentro, uno de los mayores enigmas de la ciencia actual: la energía oscura. "Las formas de energía que conocemos en la Tierra no son excluyentes", dice Rebolo.
Luis Torner (ICFO) mima a sus Icfonianos para conseguir hacer literalmente de todo con la luz: cortar, pegar, enfriar, calentar, diagnosticar y curar. Y también para sacar la física cuántica de Star Trek para que podamos usarla, por fin, para algo útil.
Luis Ibáñez (IFT) nos cuenta -y espera que le creamos- que el Universo podría desaparecer de un momento a otro. Y nos da algo para pensar los lunes por la mañana, cuando viajamos en el metro, en mitad de un atasco...: ¿Es seguro caer en un agujero negro? Lo cierto es que sí, los numerosísimos seguidores del canal de Youtube del Instituto de Física Teórica demuestran que son muchos los no científicos que piensan en estas cuestiones.
Manel Martínez (IFAE) quiere averiguar qué pasa "cuando las leyes del Universo están en tensión". Eso significa participar en el descubrimiento de cientos de las explosiones de rayos gamma, las más potentes jamás detectadas; o investigar más sobre los neutrinos, esas partículas que en este momento, y en sentido literal, nos atraviesan sin piedad. Y significa, sobre todo y a efectos prácticos, que dentro de unas horas recibiremos al flamante y reluciente nuevo premio Nobel de Física, que tenía ya previsto venir a inaugurar un telescopio instalado en el Observatorio del Roque de los Muchachos y en el que participa el IFAE.
Juan José Hernández (IFIC) nos muestra su faceta más infantil tratando de romper el juguete que tanto les ha costado construir: el modelo estándar. Los físicos podrían sentarse a disfrutar de su éxito, ¡por una vez!, porque "el modelo estándar funciona a la perfección". Pero no es posible. Están seguros de que "hay algo más allá", en parte debido a ese molesto lado oscuro -materia oscura, energía oscura- que se empeña en emerger una y otra vez sin que se entienda su naturaleza, y que hay que desenmascarar a toda costa.
La selva inexplorada
Los siguientes en subir a la pasarela representan, o deberían representar, un apetitoso desafío para periodistas y divulgadores. Los matemáticos son un territorio prácticamente virgen y, por tanto, un invitante reto, una selva inexplorada donde se ocultan las historias ricas y jugosas. Eso sí, para llegar a ellas hay que sortear las mortales amenazas de un ejército de palabros incomprensibles capaces de asesinar el interés de la historia en un parpadeo.
Manuel de León nos habló de la antigua aspiración de tener, por fin, una medalla Fields en España. ¿Está el sueño más cerca de hacerse realidad? También habló el ICMAT de su labor a la hora de abrir vías a esa selva llena de historias que esperan ser descubiertas: sus matemáticos son los primeros en España que se 'entrenan' para contar su trabajo a los no matemáticos. O, en aplicar una de las 'leyes Chang' de la comunicación de la ciencia, de las que después hablaremos: a menos precisión, más claridad.
BCAN admitió que lo tiene un poco más fácil, porque ellos son expertos en encontrar el camino más directo entre lo absolutamente inútil y lo del todo indispensable: en su centro, donde el objetivo es desarrollar aplicaciones de las matemáticas que resuelvan los problemas de la sociedad, han encontrado soluciones desde para gestionar a una nube informe de maratonianos hasta para secar y limpiar contenedores urbanos de forma óptima.
Conocimiento que resuelve problemas
Pero quizás la palma a la hora de resolver problemas importantes, realmente importantes, se la llevan los químicos. En el ITQ quieren entender y controlar lo que ocurre en las reacciones entre átomos y moléculas para generar conocimiento, sí, pero además para contribuir entre otras cosas a la sostenibilidad, a un uso más eficiente de la energía.
Y así hemos sabido, por ejemplo, que "la mayor satisfacción" de la vida profesional de Avelino Corma ha sido ver una planta de combustible entera construida a partir de uno de sus desarrollos, y con tecnología enteramente española.
Miquel Pericás no fue menos ambicioso: quiere copiar a las plantas, esos increíbles seres verdes que sin tener -que se sepa- nada parecido a aquello de lo que nosotros nos sentimos tan orgullosos, nuestro cerebro, hacen con la LUZ algo que ni siquiera consiguen los Icfonianos: comer. En el ICIQ investigan la fotosíntesis artificial. Porque, como recordó Pericás, el bajo precio del petróleo ahora no hace menos cierto el hecho, puro y duro, de que se está acabando.
Lo que se hace en el ICN2 también tiene que ver con el control sobre los átomos y moléculas, pero en este caso dando a estos pedazos de materia lo que hoy sería llamado 'un tratamiento personalizado'. La nanociencia del ICN2 aborda desafíos sociales... y eso incluye uno especialmente complejo: la educación. Pedro Gómez Romero insistió en lo que es una prioridad para su centro: "abrir las puertas a la comunidad educativa". Y recordó algo que convendría recordar: "Para una diseminación efectiva de la ciencia hay que disfrutar haciéndolo".
El futuro de las máquinas, y el bienestar
Mateo Valero (BSC) nos presentó al mejor amigo del científico en el siglo XXI: la supercomputación. Unas máquinas que han evolucionado a una velocidad de vértigo y sin las que hoy sería imposible extraer la información oculta en las toneladas de datos que nutren la ciencia moderna. Una medida de la rapidez del área: "Hace 20 años un smartphone actual hubiera sido el superordenador más veloz".
Teresa García Milá (Barcelona GSE), la única representante de las ciencias sociales, dijo no tener nada para mostrar tan emocionante como sus compañeros. Pero no por ello fue menos ambiciosa: la economía, aseguró, sí que sirve para aprender de las crisis, y para que las siguientes debacles económicas, "que vendrán seguro", nos pillen "mejor preparados".
Introducido el elemento humano, a la pasarela subieron después los centros de biomedicina. Vicente Andrés y Borja Ibáñez (CNIC) resaltaron la necesidad de que investigadores y cardiólogos trabajen de forma conjunta, juntos de cara al paciente. Y expusieron uno de sus principales objetivos: curar la enfermedad antes de que exista. Con su Programa SI para prevenir en las escuelas, promoviendo hábitos saludables, la enfermedad cardiovascular, aspiran a mejorar el futuro de decenas de miles de niños.
Joaquín Pastor (CNIO) se centró en el programa de terapias experimentales de su centro, pionero y todavía único en España, para acercar la investigación básica a la Big Pharma.
Josep Samitier (IBEC) resaltó la necesidad de interdisciplinariedad: en su centro, físicos y biólogos moleculares trabajan juntos para hacer frente entre otras cosas al envejecimiento, con todas las estrategias posibles: desde la medicina regenerativa a la genómica.
Joan Guinovart salió a escena con ritmo, aunque no imaginábamos entonces hasta qué punto: mientras ordenaba sus papeles tarareaba, así como quién no quiere la cosa, 'Barcelona IRB', Barcelona IRB... ¡Es trampa!, debieron pensar algunos. ¡No vale usar estrategias de gestión de masas! Música pegadiza, ritmo... ¿No era esto un congreso de comunicación de la ciencia? Y sin embargo, el vídeo que presenta su centro se ha vuelto viral, un éxito absoluto. ¿Improvisación? Todo lo contrario. Más de un año de trabajo para que expertos en comunicación destilen mensajes potentes: Curamos el Alzheimer, mejoramos tu vida...
Michela Bartero (CRG) explicó cómo se investiga para entender por qué las células de órganos distintos, con el mismo genoma son diferentes. ¿Qué hace que se apaguen unos genes y otros? Una forma de hallarlo es su estrategia de secuenciar el exoma de 30 tejidos diferentes. Bartero llamó además la atención sobre un problema muy evidente, "del que ustedes también se habrán dado cuenta en este congreso": la falta de mujeres en los niveles altos de la ciencia española, a pesar de que las científicas, en algunas áreas, llegan a ser mayoría en las etapas junior. El CRG tiene un programa para paliar este déficit.
Juan Lerma (IN) se centró en el órgano que nos hace ser como somos. En su instituto estudian 80.000.000.0000 neuronas que permiten "componer sinfonías y preguntarnos si estamos solos en el Universo". Y recordó que "los problemas del cerebro producen 768.000 miles de millones de euros en costes más de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer juntas". Entenderlo "es urgente".
Juan José Negro (EBD) resaltó el valor del "mayor laboratorio natural de Europa, 7.000 hectáreas, y si consideramos todo el parque, tenemos 100.000 hectáreas de naturaleza a disposición de la comunidad científica internacional".
Mucho en común
La pasarela fue variada, pero con muchos mensajes coincidentes: excelencia, frontera, internacionalización. Generación de conocimiento. Ciencia sin más, ciencia que no es innovación -recordaron Malén Ruiz de Elvira y Avelino Corma-, pero también tecnología, estrecha relación con la industria y el tejido productivo. Patentes con valor.
El por qué de la 'cumbre'
La 'cumbre' sirvió para poner de relieve algunos de los principales problemas de la ciencia. La falta de financiación fue por supuesto una queja, pero ni la mitad de potente que el lamento por el exceso de burocracia: "En este momento no me importa tanto que me aumenten un 5% el presupuesto como que me dejen trabajar con el que tengo", dijo Rebolo. O esta otra, de Luis Ibáñez: "La ciencia española derrocha dinero [con la gestión]. O incluso esta, de Teresa García Milá: "Desconfían de los científicos y, por tanto, se nos trata como presuntos culpables".
¿Cuál es el origen del problema? El desconocimiento y el desinterés de la clase política. Del "los políticos son unos garrulos", de Joan Guinovart, al "necesitamos que la ciencia tenga más peso en la sociedad", de Ibáñez, no hubo fisuras en el deseo de una sociedad consciente de que sin ciencia no hay futuro.
"Os necesitamos"
Se produjo entonces el primer punto de toque entre los científicos y los comunicadores. "Os necesitamos" para aumentar la cultura científica de la sociedad, de forma que así los dirigentes adviertan de que efectivamente la ciencia cuenta, la ciencia importa.
¿Qué respondieron los comunicadores? Primero, con ayuda. Chang dio tres claves esenciales para que los científicos tengan éxito en su salida a la escena social. La primera: purifica tu mensaje. El lector se va a quedar con tres conceptos, como mucho --- más probablemente solo con uno. También, sacrificad precisión: ganaréis claridad, y por tanto eficacia en el mensaje. Y, por último, buscad la 'big picture', ampliad el foco de forma que pueda caber aquello que interesa a todos, no solo a los científicos.
Patricia Fernández de Lis (El País/Materia) y Pampa García Molina (SINC, FECYT) estuvieron de acuerdo, y destacaron la necesidad de dirigirse, y atraer, a todo el mundo, a quienes saben de ciencia y a los que no, a los que van en metro y "podrían dejar de leerte en un microsegundo".
Y añadieron, ambas, un elemento nuevo: la distancia del periodista respecto a su fuente, el científico: "Somos periodistas, no traductores", dijo Patricia. "Existe la idea de que la ciencia es inocua, que todo en ella es bueno... y no es así, es como cualquier actividad humana, y el trabajo de los periodistas es contarlo".
En este punto hay algunos problemas, y también contradicciones. Por un lado es cierto, como dijo Pablo Jáuregui, que el interés por la ciencia está en auge: hay cuatro nuevos programas de ciencia en televisión, las redes sociales bullen con noticias científicas. Pero... ¿Y el periodismo? ¿Y los análisis? Noemí Gómez, de EFE, y Rosa Tristán, Freelance, confesaron su preocupación por un escoramiento excesivo hacia el entretenimiento. Y, en la misma línea, el periodista Michele Catanzaro y Antonio Calvo Roy, presidente de la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC) alertaron de la falta, cada vez más evidente, de periodistas especializados capaces de trabajar con tiempo y recursos haciendo un periodismo crítico: "Es bueno para la sociedad, es bueno para la ciencia", dijo Catanzaro.
¿Ha tenido éxito el casting? Sí y no. Los periodistas vieron, escucharon y escogieron sus temas. Pero también lanzaron un mensaje a los científicos: todavía tenéis que hacerlo mejor. Pero, al fin y al cabo, es solo la primera 'cumbre'. La intención de la ciencia de querer salir de su escondite ya es, en este caso, una buena noticia.