Desde la Edad de Piedra hasta la era espacial, el ser humano siempre ha mirado el cielo. Esta unión no sólo ha aportado conocimientos sobre el universo, sino también un patrimonio que va desde la época de los calendarios mayas o las tablas mesopotámicas hasta el presente. Por primera vez, esta herencia científica podrá ser considerada patrimonio de la humanidad por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). La 34ª reunión del Comité de Patrimonio Mundial de la organización, que ha concluido hoy martes en Brasilia (Brasil), ha aprobado un estudio que define los criterios para poder incluir los lugares de interés astronómico y arqueoastronomíco dentro de la Lista del Patrimonio Mundial.
El estudio, publicado por la Unión Astronómica Internacional (IAU) y el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), ha contado con el apoyo del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y de la iniciativa Starlight-IAC, con la que el centro busca la defensa de la calidad de los cielos nocturnos y el derecho general a la observación de la estrellas.
El investigador del IAC Juan Antonio Belmonte, que ha participado en el estudio, resume las oportunidades que abre la decisión de UNESCO: “El estudio establece las bases para que gobiernos e instituciones puedan presentar la candidatura de monumentos o lugares de especial interés astronómico y arqueoastronómico. Con estos mismos criterios, los responsables de UNESCO evaluarán y, en su caso, aprobarán la inclusión de los candidatos en la lista de lugares patrimonio de la humanidad”.
En sus más de 500 páginas, los autores detallan las múltiples características que podrían conferir a un monumento funerario, a un paraje natural o a una colección de manuscritos astronómicos, entre otras muchas manifestaciones, la consideración de patrimonio de la humanidad. “La Astronomía es una parte clave dentro del patrimonio cultural y natural del ser humano. Reconocer este extremo de forma oficial nos permitirá identificar y clarificar el valor astronómico en el contexto de la Convención de Patrimonio Mundial”, explica Clive Ruggles, responsable del grupo de trabajo sobre Astronomía y Patrimonio de la Unión Internacional de Astronomía y editor del estudio.
Presencia en España
La decisión de UNESCO abre la puerta a que muchos lugares en el mundo opten a su inclusión en el Listado del Patrimonio Mundial. Belmonte, que dirige en el IAC el proyecto Arqueoastronomía, cita alguno de los parajes españoles que podrían llegar a recibir esta consideración: “España conserva muchos puntos de interés. Tal es el caso de los monumentos talayóticos de la isla de Menorca, los observatorios construidos durante el reinado de Carlos III o los santuarios de alta montaña que crearon los aborígenes canarios”. El investigador del IAC también alude al conjunto de 177 antas, tumbas megalíticas distribuidas entre Extremadura y la región portuguesa de El Alentejo cuya orientación sigue de forma casi exacta las diferentes posiciones del Sol al amanecer.
Sin embargo, el trabajo no sólo permitirá aumentar la lista de lugares patrimonio de la humanidad. “El estudio también posibilita que se haga una nueva evaluación del valor de algunos monumentos que ya forman parte de este listado”, apunta la coordinadora de la Iniciativa Temática Astronomía y Patrimonio Mundial de UNESCO, Anna Sidorenko-Dulom. Podría ser el caso, por ejemplo, de la conocida construcción megalítica de Stonehenge, en Inglaterra, o de la mezquita de Córdoba en España.
Más allá de la astronomía
Además de su aportación práctica, los autores de la publicación insisten en que el trabajo es una herramienta útil para entender mejor la historia de la humanidad. “El documento aporta nuevos conceptos y visiones para comprender la herencia de las civilizaciones pasadas, y destaca vínculos entre el patrimonio cultural y natural que no habían sido reconocidos hasta el momento”, señala el asesor del IAC Cipriano Marín, que también ha participado en el desarrollo del proyecto.
Este gran defensor del patrimonio resalta que las aportaciones del estudio van más allá de la astronomía y pueden aplicarse, de forma más amplia, a otras parcelas de la Historia de la Ciencia. “El trabajo beneficiará, en definitiva, a todo el conjunto del patrimonio científico y tecnológico”, concluye Michel Cotte, consejero de ICOMOS y coeditor del trabajo.
Para más información: Juan Antonio Belmonte. 922 605 200