Gracias al telescopio espacial Spitzer, de la NASA, se han encontrado grandes moléculas de carbono, denominadas fullerenos (C60), entorno a los restos de estrellas en la Vía Láctea y en otra galaxia cercana. Los fullerenos - las moléculas más grandes conocidas en el espacio- han sido detectados acompañados de grandes cantidades de hidrógeno, lo que contradice las teorías actuales y los experimentos de laboratorio, que muestran que el hidrógeno inhibe la formación de estas grandes moléculas carbonadas. Se ha encontrado que los fullerenos son mucho más comunes y abundantes en el Universo de lo que inicialmente se creía, puesto que estas moléculas han sido detectadas alrededor de estrellas comunes, como nuestro Sol, hacia el final de sus vidas – las denominadas nebulosas planetarias. Además, este descubrimiento puede ayudar a identificar las moleculas responsables de las bandas difusas interestelares, uno de los grandes enigmas en el medio interestelar.
Las nuevas observaciones tienen importantes implicaciones en el mecanismo de formación y la química de estas enormes moléculas orgánicas. Además, la detección de fullerenos en una nebulosa planetaria de la Nube Pequeña de Magallanes supone la primera detección extragaláctica de estas moléculas y ha permitido calcular con exactitud la abundancia de estas moléculas en el espacio.
Los fullerenos son moléculas increíblemente estables, difíciles de destruir y que pueden transportar otras interesantes moléculas dentro de ellas. De hecho moléculas de C60 han sido encontradas en meteoritos portando gases extraterrestres, con importantes implicaciones sobre el origen de la vida en la Tierra. Estas moléculas fueron descubiertas en un laboratorio terrestre hace 25 años, hazaña que les valió el premio Nobel de Química de 1996 a los profesores Harold Kroto y Richard Smalley. Además, los fullerenos son relevantes para la investigación tecnológica. Tienen aplicaciones potenciales en materiales superconductores, dispositivos ópticos, medicinas, purificación de agua, blindajes, etc.