¿Qué es lo que le llevó a trabajar en divulgación científica?
Soy un físico fracasado, básicamente. Pasé siete años en la facultad de la Universidad de Illinois y no acabé el doctorado. Un verano hice unas prácticas de escritura científica en el San Francisco Chronicle, lo que resultó ser mucho más fascinante y divertido que mi investigación. Me pareció mucho mejor hablar con otra gente que estuviera haciendo gran ciencia– y después escribir sobre ello- que hacer ciencia yo mismo.
Los periodistas europeos (especialmente los españoles) se quejan de que las noticias científicas son anecdóticas en muchos medios. ¿Qué importancia se da a las noticias científicas en el New York Times, y en los medios estadounidenses en general?
No hay nada malo en lo anecdótico. Los mejores escritores científicos siempre hablan sobre cómo contar historias ayuda a comunicar ciencia extraña, compleja y en ocasiones confusa. Corresponde al periodista asegurarse de que una anécdota es relevante.
El New York Times comenzó su sección semanal Science Times en 1978, lo que dio lugar en los ochenta a un boom en la cobertura científica. Hace tiempo que la mayoría de los periódicos han recortado en ciencia, pero el New York Times todavía tiene 18 periodistas cubriendo historias de ciencia, salud y medio ambiente, además de periodistas en la sección de negocios que escriben sobre tecnología. También hay seis editores, un editor de fotografía y un director artístico. Probablemente tiene más personal para la ciencia que cualquier otro periódico del mundo.
En general, los periódicos estadounidenses han recortado mucho la cobertura científica. Lo mismo que la televisión. En cambio, hay mucha más de calidad y bien escrita en publicaciones digitales como Quanta, Quartz y Medum, así como en viejas publicaciones como Scientific American, que actualmente tiene mayor presencia digital. Pero se encuentra también mucha ciencia errónea allí fuera, y es un reto hacer una selección.
¿Cree que los medios son un buen medio para interesar al público en la ciencia?
La ciencia consiste, en esencia, en hacerse preguntas. “¿Por qué el cielo es azul?” “¿A qué distancia están estos puntos de luz en el cielo nocturno?” A pesar de lo cínicos que podemos ser sobre el mundo moderno, los humanos se hacen preguntas. Creo que es más sencillo escribir sobre ciencia que, por ejemplo, sobre la economía de la Unión Europea.
¿Cuáles son los temas “estrella”, los que interesan a la mayoría de su público?
Marte, los dinosaurios.
En Europa nos fascina cómo NASA ha conseguido convertirse en una marca con su propia divulgación, miles de seguidores en las redes sociales, y un marketing similar al de una compañía. ¿Piensa que es positivo para la ciencia? ¿Atrae inversiones? ¿Puede ser copiado por otros?
Lo que algunas personas llaman marketing, otras lo ven como comunicación. Los científicos tienen que comunicar su ciencia, o nadie sabría nada al respecto. Muchos entusiastas del espacio opinan que NASA no hace un buen trabajo en comunicación porque el apoyo social aunque siempre ha sido amplio, es superficial. En las encuestas, la gente dice que les gusta lo que NASA ha hecho, pero que no quieren invertir mucho en ello porque consideran que hay otras necesidades más urgentes. Los 18 millones de dólares de presupuesto corresponden a 50 dólares por americano y año. No ha bajado mucho, pero es improbable que aumente.
¿Conoce la ciencia española? ¿Qué proyecto destacaría?
No conozco mucho sobre la ciencia española más allá de su implicación en colaboraciones europeas como el CERN y la ESA. Hay una desafortunada barrera de distancia e idioma.
En España, la ciencia ha estado estrechamente relacionada con la trayectoria académica de los investigadores, que son profesores universitarios o miembros de centros de investigación públicos. Sin embargo, en Estados Unidos el modelo científico es mucho más próximo a la industria. ¿Cómo evaluaría los dos modelos? ¿Piensa que España debería tender al modelo estadounidense?
No creo que las diferencias sean tan grandes. Los científicos estadounidenses están financiados mayoritariamente por el gobierno o fundaciones, no por la industria, y los que están financiados por ésta suelen ser mirados con escepticismo por los medios y sus colegas. Hay muchos científicos trabajando en la industria, otro camino profesional.
El debate eterno sobre si se debe invertir más en ciencia aplicada o en investigación básica se ha incrementado durante la crisis económica. ¿Qué opinión le merece esto?
Ambas, obviamente. Todo el mundo querría que hubiera una fórmula mágica para encontrar la mejor combinación.
-Últimamente las noticias científicas han venido acompañadas de vídeos en el New York Times. ¿Son las imágenes el nuevo modo de comunicar la ciencia?
La web es un medio diferente al papel, la televisión o la radio. Permite contar historias de modos distintos, y es inteligente optar por el que funciona mejor.
¿Qué han aportado las redes sociales y la velocidad de internet al periodismo y la divulgación científicos?
Uno de los mayores cambios es que la gente ya no lee el New York Times per se. La mayoría se encuentra con una historia en Facebook, Twitter o Google News y entra en ella. Es una situación contradictoria, en la que muchas más personas que nunca antes leen el New York Times, pero muchas menos son conscientes de ello. Esto implica que un montón de personas verán una gran historia científica - ¡agua en Marte!-, pero no otras que no aparezcan en sus redes sociales.
El espacio siempre interesa al público. ¿Cree que pronto tendremos la noticia más esperada, la detección de vida extraterrestre?
Me gustaría saberlo. No puedo hacer una suposición con fundamento.
En los Estados Unidos, la mayoría de las instituciones de investigación tienen grandes departamentos de divulgación y comunicación científicos. ¿Qué relaciones mantienen estos departamentos con los periodistas que trabajan en los medios? ¿Interfieren en el trabajo de un periodista como usted?
Los departamentos de comunicación envían comunicados de prensa útiles, ayudan a acordar entrevistas, suministran imágenes, etc. No he tenido ninguna mala experiencia con un centro de investigación que haya intentado intervenir en lo que yo estaba escribiendo. (No puedo decir lo mismo sobre las empresas).
Coordinación de entrevistas: Verónica Martín y Annia Domenech