María Cristina Rabello-Soares se licenció en física en Brasil. Después realizó el doctorado en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Actualmente, cursa un postdoctorado en la Universidad de Stanford (Estados Unidos). En el marco del congreso "Sismología solar y estelar en los albores del nuevo milenio", organizado por IAC, ofreció una conferencia sobre la determinación de las frecuencias de grado alto en heliosismología y sobre la importancia de las alteraciones en los aparatos de medición.
María Cristina Rabello-Soares dividió en dos áreas el estudio del Sol: "La física solar que estudia las capas superficiales del Sol (las manchas, las fáculas, las explosiones de la atmósfera solar, la corona...) y el estudio de su interior por heliosismología, ya que la otra alternativa, que es la detección de neutrinos, es un método muy complicado y, además, la física de estas partículas todavía no es bien conocida".
La conferenciante explicó que la duración de los instrumentos de medición en heliosismología es limitada: "En un satélite, se diferencian la construcción y lanzamiento de la telemetría, que consiste en traer los datos desde el espacio. Antes de lanzarlo, se calcula su duración para un determinado tiempo. El satélite SOHO se diseño para durar tres años, que ya han pasado, pero como está observando bien y la mayoría de sus instrumentos tienen ‘buena salud’, se ha alargado el período. En algunos satélites, los dispositivos necesitan llevar hidrógeno o helio para mantener fría parte de la instrumentación, pero en heliosismología no es necesario, así que la duración del satélite no depende de las reservas. Sin embargo, a veces un accidente, como el choque con un meteorito, puede inutilizar el aparato. En principio, la idea es que siga funcionando hasta que se envíe otro satélite para mantener una continuidad".
El satélite SOHO, lanzado en 1996, es según afirmó Rabello-Soares, "un instrumento muy bueno y preciso, pero hay que tener cuidado con sus propiedades ópticas, ya que está llegando a su límite temporal. La sismología está basada en la determinación precisa de los modos de oscilación, a partir de cuyas frecuencias se estudia el interior solar. Como la precisión de los cálculos es muy importante, hay que tener cuidado con las propiedades ópticas del instrumento, que no haya aberraciones, astigmatismo, etcétera, y para esto tienes que conocerlo bastante bien".
La precisión de los datos sismológicos es relativa; puede ser evaluada en función de muchos factores. Según Rabello-Soares, "el interior solar, que se estudia a partir de las frecuencias, se conoce con bastante precisión". Sin embargo, añadió que "una variación pequeña, incluso de 1 microherzio que es la habitual para frecuencias solares de unos 3.000 microherzios, es importante porque, si hay una diferencia sistemática en las frecuencias, al calcular a partir de ellas los parámetros del interior solar se introducen errores".
Partiendo de las frecuencias, se calculan diversos parámetros, como "la densidad y la velocidad del sonido. La temperatura no se obtiene directamente, sino mediante una ecuación. Con estos datos se construyen modelos. Por ejemplo, cómo varía la densidad con el radio, y se intenta conocer qué altera los modelos. Pequeñas modificaciones en el modelo solar son muy importantes para entender su física".
Las observaciones sismológicas empezaron en Canarias en la década de los setenta. Rabello-Soares destacó que, en el IAC, "la gente es pionera en este campo. Se empezó con instrumentos que observaban el Sol como un todo. Fue muy importante, y continúa siéndolo: en sismología la continuidad es determinante, puesto que el ciclo solar es de once años y es necesario disponer de observaciones de varios ciclos solares". En la actualidad, diversas estaciones alrededor de la Tierra permiten observar el Sol las 24 horas del día, independientemente de que en un observatorio se haga de noche. Rabello- Soares destacó que en el IAC también hay instrumentos modernos, como los de la red GONG, y que desde el Instituto se colabora para trabajar en el satélite SOHO.
En su opinión, en el futuro se obtendrán observaciones cada vez más largas, que incluyan diversos ciclos solares, y se llegará a conocer cómo el campo magnético afecta a la estructura solar. Aunque habitualmente se estudian las frecuencias globales en el Sol, la astrofísica brasileña consideró interesante que se empiecen a estudiar los modos locales, lo que permite un análisis más detallado de la superficie solar. Este nuevo método es la llamada heliosismología local.
Rabello-Soares terminó destacando la importancia que tiene para el hombre el conocimiento del Sol: "El lado práctico del estudio del Sol es su influencia sobre la vida en la Tierra. Pequeñas variaciones en su luminosidad y temperatura afectan a la existencia de los seres vivos. Cuando hay una explosión en la atmósfera solar, se emite un flujo de material que, si va hacia la Tierra, puede interrumpir las comunicaciones por satélite, afectar a los aviones e, incluso, llegar a perforar el traje de un astronauta si está trabajando fuera en una estación espacial y costarle la vida. Aunque no se puede controlar el Sol, es importante poder predecir sus efectos. Además, conocer es siempre importante para el ser humano".
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