El fenómeno de las Leónidas se produce cuando la Tierra intercepta los restos de partículas que el cometa periódico Tempel-Tuttle genera al acercarse al Sol. Las partículas cometarias se desintegran en la alta atmósfera terrestre por el enorme rozamiento al que se ven sometidas, emitiendo entonces una gran cantidad de luz que puede verse desde la superficie terrestre en forma de estrellas fugaces.
El cometa Tempel-Tuttle visita las inmediaciones de la Tierra cada 33 años, dejando un rastro de partículas de polvo en las proximidades de su órbita. Debido a que la atracción gravitatoria de Júpiter va alterando su órbita con el tiempo, el cometa nunca realiza dos recorridos idénticos, y va depositando en cada uno de sus pasos un nuevo resto de polvo en una posición diferente. El resultado a lo largo de los siglos es una especie de "campo de minas" de filamentos de polvo entre los que la Tierra navega cada año a mediados de noviembre. Casi todos los años, las Leónidas producen una lluvia normal, con 15 estrellas fugaces/hora, debido a que la Tierra atraviesa una región del espacio entre los "escombros" dejados por el cometa. Sin embargo, cada 33 años nuestro planeta puede atravesar directamente una de estas nubes de polvo. Si esto ocurre, el número de estrellas fugaces puede alcanzar el nivel de tormenta, con hasta 150.000 estrellas fugaces/hora, como sucedió en 1833, 1866 y 1966.
En 1999, los astrónomos pronosticaron una tormenta de las Leónidas con una precisión de 10 minutos, que fue observada a la hora prevista desde toda Europa. La tormenta duró apenas media hora, con un máximo de 4.000 meteoros/hora y fue la lluvia de estrellas más intensa observada en España en los últimos 60 años. Esta tormenta se produjo por el paso de la Tierra a través del filamento creado por el Tempel-Tuttle en 1899 y fue un éxito sin precedentes en la predicción de este tipo de fenómenos astronómicos.
Sin embargo, los astrónomos predicen una actividad más bien modesta de las Leónidas para el año 2000, muy similar a la que registraron las Perseidas el pasado mes de agosto. El máximo de la lluvia visible desde España se espera para las 4h 44m (hora peninsular) de la noche del 17 al 18 de noviembre, coincidiendo con el paso de la Tierra por las proximidades del filamento de partículas generado por el paso del cometa en 1733. En esta ocasión no se espera que se produzca una tormenta, aunque esta posibilidad no puede descartarse. Las predicciones sobre el número de estrellas fugaces que podremos observar son muy inciertas, pero lo más probable es que se observen de 100 a 200 meteoros/hora.
Aunque las horas del máximo de las Leónidas favorecen a los observadores europeos y norteamericanos, la Luna, casi llena, estará en la constelación de Leo en la noche del máximo, prácticamente encima del radiante de la lluvia. Esta interferencia de la luz de Luna deslucirá el espectáculo, impidiendo observar los meteoros más débiles de la lluvia. A pesar de las malas condiciones, los observadores deben estar alerta por si la tormenta se presenta, en cuyo caso se podría contemplar un buen espectáculo.
Los astrofísicos confían en que las esperadas tormentas de las Leónidas se produzcan en los años 2001 y 2002, con tasas que pueden alcanzar las 100.000 estrellas fugaces por hora, y las observaciones de este año son cruciales para mejorar los modelos que se usan para predecir este tipo de fenómenos. Por ese motivo, el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) ha preparado un dispositivo especial para la observación de las Leónidas en la noche del 17 al 18 de noviembre por el cual la mayoría de los telescopios nocturnos del Observatorio del Teide estarán pendientes del fenómeno. Las principales observaciones consistirán en determinar la densidad espacial y distribución de tamaños de las partículas de la lluvia de las Leónidas. Estas medidas son fundamentales para evaluar el daño que la lluvia puede producir en los 600 satélites artificiales que giran alrededor de la Tierra. Además, permitirán predecir la actividad de las Leónidas en años próximos.
Recomendaciones para la observación
1. El máximo visible desde España ocurrirá a las 4:44h (hora peninsular) de la madrugada del 17 al 18 de noviembre (una hora menos en Canarias), pero conviene prolongar la observación todo lo posible para no perdérnoslo si se retrasa. Es importante tener en cuenta que NO SE VERÁ PRACTICAMENTE NADA ANTES DE LAS 4:00 h (tanto en Canarias como en la Península). Las estrellas fugaces pueden observarse mirando hacia cualquier punto del cielo. Si prolongamos las trayectorias hacia atrás, veremos que convergen en la cabeza de la constelación de Leo, en las proximidades de la Luna.
2. Hay que buscar un sitio oscuro, lejos de luces que deslumbren y de núcleos urbanos con gran contaminación lumínica. Esto es importante en el caso de las Leónidas, ya que las estrellas fugaces de la lluvia no son muy brillantes. Cuanto más oscuro esté el cielo, más estrellas fugaces débiles veremos. Este año, sin embargo, tendremos las molestias de la luz de la Luna. El peor lugar que se puede elegir es el arcén de una carretera, porque los coches nos deslumbrarán con mucha frecuencia.
3. Si tenemos planes de observar toda la noche, es importante que la comodidad sea lo primero. Hará mucho frío, así que conviene llevar ropa de abrigo en exceso. La posición más cómoda para observar es tumbado, mirando hacia el punto más alto de la bóveda celeste (encima de nuestras cabezas). Se recomienda un saco de dormir y/o una hamaca.
4. No es necesario ningún instrumento óptico para observar la lluvia. Se trata de un fenómeno visible a simple vista. Cuanto más oscuro y mejor adaptada esté la vista a la oscuridad, más y mejor se verá.
Responsables del proyecto:
David Martínez Delgado(IAC). Tel: 922 329 110/118/120/125
Luis Bellot Rubio (IAC)
Miquel Serra-Ricart (IAC)
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