Con estos datos, inexistentes hasta la fecha, se podrán comprobar o refutar los modelos clásicos sobre formación y evolución estelar.
Antes de Kepler, se conocían con detalle sólo 25 estrellas de tipo solar. Los nuevos datos de conjunto permitirán adentrarse en el pasado y el futuro del Sol y de la Vía Láctea
Comienza una nueva etapa de la astrofísica estelar. La misión Kepler de la NASA se ha convertido en un 'auditorio' para ‘escuchar’ las estrellas hasta ahora inimaginable. El equipo de astrosismólogos internacional que trabaja con el satélite estadounidense, en el que participa el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha logrado medir por primera vez las oscilaciones (vibraciones o sonido) de 500 estrellas similares al Sol. Con el hallazgo, que publica esta semana la revista Science, se obtendrá una información precisa sin precedentes sobre las poblaciones estelares de la Vía Láctea, lo que permitirá comprobar o refutar los modelos clásicos sobre evolución y formación estelar existentes hasta la fecha.
Las estrellas vibran u oscilan como instrumentos musicales: en función de su tamaño, estructura, composición química, estado evolutivo, etc., tienen un 'sonido' determinado, esto es, un espectro de vibración que las caracteriza. La astrosismología se encarga del estudio de estos sonidos de las estrellas.
Dos investigadores del IAC, Antonio Jiménez y Clara Régulo, han participado en este estudio liderado por la Universidad de Birmingham (Reino Unido). “Antes de Kepler, teníamos datos sólo de 25 estrellas de tipo solar. Al poder detectar y caracterizar ahora los espectros de oscilaciones de 500 estrellas, podemos determinar sus masas, radios y propiedades internas, lo que nos puede dar una imagen mucho más clara del pasado y del futuro de nuestro Sol y nuestra galaxia”, explica Jiménez.
Los astrofísicos podrán, por ejemplo, seguir una estrella del tamaño del Sol en diferentes momentos evolutivos, lo que equivaldría a poder observar al Sol a lo largo de sus miles de millones de años de vida.
“Lo que sabíamos hasta ahora sobre la distribución de estrellas y planetas en la Vía Láctea se derivaba de modelos informáticos que no podían ser muy precisos por falta de datos. Ahora contamos con herramientas para interrogar a estos modelos en detalle. De hecho, ya hemos visto que la distribución de radios de las estrellas que hemos descubierto ahora encaja con los modelos clásicos, pero la distribución de masas estelares no, y la masa es determinante para la evolución de una estrella”, detalla Jiménez. Los investigadores del IAC se han ocupado del procesamiento, reducción y análisis de datos y parámetros obtenidos con el satélite de la NASA.
La misión espacial Kepler, lanzada en marzo de 2009 con el objetivo de encontrar planetas similares a la Tierra, esta monitorizando el brillo de más de 150.000 estrellas en la Vía Láctea. Sus datos son usados para buscar planetas extrasolares y también para estudiar las oscilaciones de todas las estrellas que observan. Estas oscilaciones o vibraciones se manifiestan como cambios minúsculos en su brillo producido por ondas de sonido, ondas acústicas atrapadas en su interior.
Heliosismología y astrosismología: escuchar las estrellas
Las metáforas musicales ayudan a entender el objeto de estudio de la astrosismología. Según Jiménez, “el espectro de vibración de un violín es distinto al de un saxofón, un trombón o cualquier otro instrumento. Escuchando su música podemos saber de qué instrumento se trata, del mismo modo que escuchando los diferentes sonidos de las estrellas podemos conocer qué características tienen sus intérpretes”.
La heliosismología es una rama de la astrofísica que estudia el interior del Sol a través del estudio de su espectro de vibración. La cercanía del Sol hace posible su estudio desde tierra. Sin embargo, los satélites permiten un análisis mucho más preciso debido a la ausencia de la atmósfera terrestre.
“La ampliación de los estudios sismológicos a otras estrellas distintas al Sol [astrosismología] ha sido hasta ahora realmente difícil, dado que por su lejanía no se disponía de una instrumentación lo suficientemente precisa como para alcanzar los niveles de detección necesarios. Kepler rompe con esa barrera.”, detalla el investigador del IAC.
Contacto e información complementaria: Antonio Jiménez (ajm [at] iac.es (ajm[at]iac[dot]es)) y Clara Régulo (crr [at] iac.es (crr[at]iac[dot]es)) 922 605 340/660 397 489