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Los aceleradores de partículas han logrado encontrar hasta la fecha más de doscientas partículas esenciales de la materia y han creado artificialmente otras, llamadas antipartículas, que son las opuestas a las que conforman el mundo que nos rodea. El profesor Samuel Ting subrayó la importancia de encontrarlas en la naturaleza. "La cuestión es, 15.000 millones de años después de la Gran Explosión, ¿qué ha pasado con esa antimateria?". Para llegar hasta ese otro lado del espejo y completar la visión sobre el origen del Universo, Ting se mostró partidario de iniciativas como AMS, un instrumento que procura detectar partículas de antimateria en el espacio con una resolución de diez a cien mil veces mayor a la actual. AMS es fruto de la colaboración entre la NASA, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y varios institutos europeos, entre ellos el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT).

"Si creemos en el Big Bang, hemos de creer en la antimateria", señaló el profesor Ting, quien aclaró que, hasta la fecha, no se ha detectado en el espacio ninguna de estas ínfimas piezas de la materia. En su opinión, el proyecto AMS permitirá detectarla gracias a la larga exposición a los rayos cósmicos y a que evitará la interferencia de la atmósfera, donde las antipartículas chocan con sus partículas respectivas y se aniquilan mutuamente.

Samuel Ting, especialista en instrumentación y aceleradores de partículas, señaló que "para los experimentadores es muy importante no tener nada preconcebido" a la hora de indagar en la naturaleza más íntima de la materia y, tras su visita al Observatorio del Teide, del IAC, se mostró sorprendido de que "con la tecnología más avanzada, una o dos personas con una idea brillante pueden contribuir de una manera importante al avance de la astrofísica", en contraste con la investigación en física de partículas, que exige la colaboración de un gran número de científicos cuya contribución no siempre trasciende.

El profesor aventuró que "muy probablemente" la materia se componga de elementos aún más sencillos que los que hoy se conocen –quarks y leptones–, e insistió en la naturaleza variable de las teorías científicas: "el criterio de la verdad cambia continuamente". En la tarea de completar el prolijo conjunto de partículas fundamentales, Ting se refirió a la búsqueda, hoy por hoy infructuosa, del "bosón de Higgs", que ayudaría a entender mejor la causa de que las partículas subatómicas tengan masas diferentes. Pero, ¿por qué es esta partícula tan escurridiza? "Quizá no exista –matizó Ting– o quizá su masa sea tan grande que los aceleradores actuales no logren la energía suficiente para formarlo y podamos así constatar su existencia".

Acerca de los próximos descubrimientos que acogerá el campo de la física de partículas, Ting se mostró cauto: "Ernest Rutherford dijo a principio de siglo que la energía atómica no podría nunca utilizarse en la práctica. Es difícil para los físicos predecir el futuro".

Más información:

http://www.bnl.gov

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