Las estrellas de WR 140 son muy masivas y provocan fuertes vientos estelares que colisionan a una velocidad de hasta 1.000 kilómetros por segundo
El telescopio Mons, en el Observatorio del Teide, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), fue usado durante cuatro meses tanto por amateurs como por profesionales
Unos tenían la instrumentación; otros, el tiempo y la motivación. Un grupo de 17 astrónomos aficionados colaboraron con ocho astrofísicos profesionales durante varios meses, entre 2008 y 2009, en la observación del periastro del sistema binario masivo WR 140, el momento en la órbita de las dos estrellas en que la distancia entre ellas es mínima. Juntos, profesionales y aficionados, han conseguido ampliar el conocimiento que se tenía sobre la órbita y los procesos físicos de este sistema binario, y mejorar así los modelos teóricos sobre cómo nacen, viven y mueren las estrellas.
El WR 140, un sistema binario que se encuentra en la constelación del Cisne (también conocida como la Cruz del Norte), en la Vía Láctea, está compuesto por dos estrellas muy masivas que provocan fuertes vientos estelares. El choque de ambos vientos, que puede producirse incluso a 1.000 kilómetros por segundo (sobre todo en torno al periastro, cuando ambas estrellas están muy cerca una de otra), produce una zona de colisión cuya física no se conoce de forma completa aún.
Esta colaboración entre profesionales y amateurs, impulsada por el investigador Thomas Eversberg, de la Agencia Espacial de Alemania, y por Johan Knapen, coordinador de investigación en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), como responsable en España, ha demostrado que los aficionados pueden obtener datos con calidad suficiente como para ser publicados en revistas científicas. Los resultados del trabajo han aparecido en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society y la revista Skyand Telescope acaba de dedicar un monográfico al tema.
Aunque hay campos de la astronomía en los que es muy difícil realizar avances con equipamiento amateur, en otras áreas, donde el seguimiento continuo de uno o varios objetos resulta fundamental, la participación de aficionados puede ser muy relevante. “La observación de meteoros y la recuperación de meteoritos, el descubrimiento de cometas y supernovas o la observación desde varios lugares distintos de la ocultación de una estrella por un asteroide constituyen trabajos astronómicos donde los aficionados tienen su protagonismo”, detalla Knapen.
El investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) José Ramón Sáchez-Gallego, uno de los participantes en el proyecto, habla de la disposición de tiempo de unos y otros: “Si bien los astrónomos profesionales pueden acceder a telescopios más grandes e instrumentos de mayor calidad, estas instalaciones están muy solicitadas y es muy difícil obtener periodos largos de observación. En cambio, muchos aficionados disponen de su propio observatorio, y tienen la experiencia y motivación como para poder observar un objeto durante muchas noches”.
Observar de forma continuada, con el mayor número de telescopios
En esta ocasión, la idea fundamental era observar, de forma continuada y con cuantos telescopios fuera posible, el periastro de WR140. En total se utilizaron tres telescopios profesionales en el Observatoire de haute Provence, el Dominion Astrophysical Observatory y el Observatoire du Mont Megantic, dos amateurs, en Reino Unido y Alemania; y el Mons, en el Observatorio del Teide (AIC), que fue usado tanto por astrónomos profesionales como por aficionados.
Con todo este instrumental, se obtuvieron espectros del periastro desde finales de agosto de 2008 hasta casi un año después. En el Mons, las observaciones duraron desde el 1 de diciembre de 2008 hasta el 23 de marzo de 2009, lo que proporcionó un acceso continuo desde el Observatorio del Teide, uno de los mejores sitios para la observación que hay en el mundo.
“Estudiar la órbita de estos sistemas es uno de los métodos más precisos para calcular las masas de las estrellas que los forman. Las líneas espectrales que muestran estas estrellas [relacionadas con los elementos que se encuentran presentes en sus atmósferas] nos permiten conocer, junto con su masa, en qué momento de su vida se encuentra una estrella, qué elementos se están fusionando en su núcleo, etc.”, describe Sánchez-Gallego.
Este verano se llevará a cabo una nueva colaboración, coordinada por el mismo equipo, para observar el periastro de otro sistema binario, Delta Scorpii, que tiene una periodicidad de 11 años. El objetivo, como en el caso de WR140, es conocer mejor los parámetros orbitales del sistema. El IAC colaborará observando el objeto durante 10 días a finales de junio desde el telescopio IAC80, equipado con un espectrógrafo construido por un grupo de aficionados de Portugal, Francia y Alemania.
Para más información y entrevistas: José Ramón Sánchez-Gallego. jrsg [at] iac.es (jrsg[at]iac[dot]es) . 00447771458149. Johan Knapen. jhk [at] iac.es (jhk[at]iac[dot]es)/ 922 605 262.
Referencias artículos:
Eversberg, Thomas. ‘Pro-Am Collaboration. Stellar winds above atlantic clouds’. Sky and Telescope. 28 de abril, 2011.
Fahed, R. et al. 'Spectroscopy of the archetype colliding-wind binary WR 140 during the 2009 January periastron passage'. Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. 2011.